jueves, 31 de marzo de 2016

Negros Kimbánganos de Lezama


Negros Kimbánganos de Lezama

Por: Br. *José Luis Bernabé C.
       Br. *Anival Tovar



San Francisco Javier de Lezama es el epicentro de una manifestación cultural viva, ejemplo de una transformación del sincretismo religioso como resultado de la mezcla religiosa y cultural de tres culturas (europeos, negros e indígenas pero principalmente con aportes culturales de los negros) en la que se agruparon manifestaciones rituales propias de su entorno de origen y los impuestos por los europeos.
Lezama, como comúnmente es conocida la población, está ubicada en el municipio José Tadeo Monagas, estado Guárico en la República Bolivariana de Venezuela. A la llegada de los europeos “Lizama” así llamada por sus primeros habitantes los Guaiqueríes, quienes  habitaron estas tierras desde tiempos prehispánicos, adoptaron organizaciones económicas primitivas basadas fundamentalmente en la división de trabajo y en las relaciones de parentesco. Con la llegada de los peninsulares  la población fue refundada por el Padre Fraile Manuél de Alesón en 1688.



En las adyacencias de Lezama, los indígenas fueron gradual y sistemáticamente despojados de sus tierras. Ya a mediados del siglo XVIII se habían dado las condiciones necesarias para la formación del latifundio colonial y la explotación miserable y despiadada de los indígenas. Por esta razón a pesar de ser Lezama un pueblo indígena, dicha  mano de obra desapareció para los siglos XVIII y XIX; pues la intensa actividad agrícola y la explotación inhumana en las haciendas circunvecinas acelero su extinción. Y es por ello que, la demanda de esclavos provenientes del África se hizo indispensable para poder garantizar el nivel de producción, especialmente en el cultivo del tabaco, cacao y caña de azúcar.
Una vez establecidos los esclavos traídos del África en las haciendas se viene la cristianización obligatoria el apego de los negros a sus propias creencias y sumado a los aportes culturales casi invisibles indígenas se produce un sincretismo religioso propio  autentico y único dando como resultado los Negros Kimbánganos de Lezama.


La demanda de esclavos provenientes del África se hizo indispensable.

La historia contada por sus protagonistas cuenta que la manifestación tuvo sus orígenes en la hacienda Tocoragua, ubicada a cuatro kilómetros de San Francisco de Javier de Lezama. La leyenda popular dice que en estas tierras (montaña del león) apareció San Juan Bautista y se encontró con los con los negros esclavizados, dando así origen a la tradición de los negros Kimbaganos.
Hay que tener en cuenta que, la hacienda Tocoragua fue el asentamiento de esclavos más importante de la región y por ende la más productiva. La presencia significativa de esclavos condiciono el desarrollo de la expresión cultural. Para el año 1774 contaba con 43 esclavos y para el año 1827  con 200, a lo que se sumaban 52 esclavos de la hacienda Tocoraguita, ambas propiedad de Don Pedro José Marrero.
Existen evidencias que datan del siglo XVIII donde los negros esclavizados rendían cultos y ritos a San Juan; como lo expresa Don Francisco de Soto, funcionario de la hacienda del Partido de Orituco  entre los años 1782 y 1788 , señala:


La más extendida es la fiesta de San Juan que se celebra el 24 de junio , en esa fecha, los esclavos y otros individuos  de color se dedican todo el día y la noche a danzar  y cantar al compas de los tambores, y es que no hay festividad o celebración en donde los negros no hagan sonar esos primitivos instrumentos, que los hay en las más diversas formas  y tamaños, y que producen  también sonidos diferente. La fiesta de San Juan es algo tan especial para esas castas que no hay negro, ya sea hombre, mujer o párvulo, esclavo  o libre, que no salga a festejar en esta ocasión. Las celebraciones comienzan desde el 23, haciendo retumbar en todo el valle  el monótono tam tam de los tambores, que no cesan ni por un instante, festividades que continúan durante todo el día 24 y aun en la noche… (Citado por calzadilla (1999),  pag. 101-102)

Al respecto, Victoriano Mujica, capitán de los Negros Kimbáganos, narró hace más de veinte años al investigador Baudilio Reinoso su versión sobre la especial aparición del santo en las montañas de León:
Esta celebración se realiza desde muchos años en Lezama desde cuando en las montañas de León, en una vena de agua de la hacienda Tocoragua, se le apareció San Juan a unos indios que estaban de cacería. Ellos se encontraron con el santo y trataron de moverlo para levarlo al caserío. El santo estaba muy pesado, le tocaron todo tipo de instrumentos de cuerdas y de aire y no lo pudieron mover. Buscaron al sacerdote, este rezó y nada consiguieron, hasta que llevaron a la montaña un tambor y al tocarlo, el santo se puso livianito. Lo llevaron a la casa de la hacienda donde esa noche le realizaron el velatorio, le cantaron, tocaron tambor y bailaron hasta el día siguiente que lo llevaron a la iglesia, le hicieron la misa y lo sacaron en procesión por todo el pueblo hasta la tardecita que lo volvieron a llevar a la casa de la hacienda donde se lo entregaron a los Marreros para que lo guardaran hasta el año siguiente, para hacer de nuevo lo mismo que hoy hacemos (Pág 45 46).

Hay que tener en cuenta que, la hacienda Tocoragua fue el asentamiento de esclavos más importante de la region


Descripción de baile 
Según la información suministrada por informantes clave, el baile se da inicio con la correspondiente interpretación del guía, para lo cual los danzantes se organizan en dos semicírculos, correspondiendo  uno a los negros y otro a las negras: posteriormente a la orden de los viejos guías del baile, se indica a la primera pareja hacer su ejecución al centro de los semicírculos para iniciar el enfrentamiento o combate, dichos guías indican también la culminación del enfrentamiento y la sucesión de parejas correspondientes .
El control de los danzantes o bailadores  de su género y la vieja de la misma forma a los que representaban las negras. El combate se daba en el momento del baile consistía en amenazas del negro con el garrote cuando la negra atacaba con la falda empuñada, todo es realizado rítmicamente  sin perder la cadencia del baile. Es necesario señalar que el toque del tambor marca la ejecución coreográfica del baile y cambia según la entrada musical.
Otra forma de la participación de la mujer es preparar el tradicional sancocho de gallina o res con verduras o diversas viandas, para los danzarines y demás personas.  

Los negros Kimbánganos utilizaron diversos trajes para la celebración
Trajes 

Los negros Kimbánganos utilizaron diversos trajes para la celebración de su tradicional baile. En sus principios usaban como accesorio una gorra hecha con conchas de palo, después forraban a ésta con papel de seda y le colocaban unas cintas del mismo. Posteriormente cambiaron la gorra por un sombrero de paja forrado con papel rojo y cintas decorativas de todos colores  a excepción del negro. Con el objetivo de que el sombrero fuese más duradero lo empezaron a cubrir con tela roja. Su traje folklórico fue siempre una franela blanca tipo conuquera o topochera, un pantalón caqui y unas alpargatas.


 A partir de 1980, cambiaron este atuendo por una franela roja y un blue jean. Como elemento característico llevan un machete de madera adornado, pintado de plateado, con la cacha negra y decorado con cintas.

*Los autores son estudiantes de 3er año de la carrera de ingeniería Informática de Instituto Universitario de Tecnología de los LLanos, Guárico - Venezuela.



Fuentes utilizadas para la realización de este articulo:


Fuentes de las imágenes:



 

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